jueves, agosto 05, 2004

Cómo decir...

Ayer por la tarde estuve mirando puertas con mi madre. La tengo medio convencida para que se venga a mi casa a pasar unos días. Vino mi amiga de la infancia de París, donde trabaja de enfermera desde hace unos años. Me presentó a su novio francés. Tomando el café vimos dos vídeos del Bunbury. Fue una tarde muy agradable. Ya de noche cuando intentaba colocar un calendario en la web para localizar los post con la amable ayuda de Topopardo, decidí ver las estadísticas de sitemeter. Google trae navegantes aquí que buscan muy diversas cosas y algunos buscan respuestas a preguntas difíciles de resolver. “Cómo hacer para aguantar tanta tristeza” buscaban desde Argentina. Espero que por unos segundos consiguiera alejarse de la tristeza.

Ayer por la noche hubo una que me dejó helada: “Cómo decir a mis hijas que tengo cáncer”. Me vino a la cabeza la imagen de un señor viudo enfrentándose a este duro trance. Igual es una señora. Me quedé triste porque seguramente no encontró la solución a su búsqueda en esta página. Tampoco sé si volverá a intentarlo y volverá a pasar por aquí.

Por si acaso lo haces quiero decirte que no sé cuál es el estado de tu enfermedad, ni las esperanzas que te han dado o quitado los médicos… Sean cuáles sean aférrate a luchar. Mi padre luchó y no pudo hacer nada, pero sé de muchos casos (uno de ellos una compañera de trabajo) que lo pintaban también mal muy mal, sin solución, con una esperanza de semanas. No se rindió y siguió luchando y aquí está dando guerra. No dejes de luchar. Tampoco sé si tus hijas saben que estás enfermo/a. Ni su carácter, ni como se han enfrentado a situaciones de enfermedad, de dolor… Creo que lo más importante es que el tema de decírselo deje de preocuparte. Si te sirve de ayuda una buena forma sería enfocarlo de manera positiva. No centrarse en la enfermedad sino en la lucha que vais a emprender juntos contra ella. No será fácil. Diles que las necesitas y que crees que juntos os costará menos, que tendréis momentos tristes y de bajón, pero cuando uno decaiga otro guerrero tendrá que ayudar a levantar el ánimo a los demás. Nadie sabemos ni somos conscientes de cuanto tiempo nos queda aquí y lo que todos tenemos que tener claro es que hay que aprovechar el minuto, el segundo, que no queden cosas por decir disfrutemos o no de una buena salud.

Igual de poco te han servido estas palabras o igual nunca llegues a leerlas. Si por aquellas casualidades vuelves a pasar por aquí te deseo toda la suerte del mundo y todo el valor que ya veo que tienes. A tus hijas mucha fuerza y mucha suerte también.

miércoles, agosto 04, 2004

Piratas kill the video star…

Hay crisis en el sector del vídeo y ya no es lo que era. Cada vez que tomando un café se acerca el chico con el carrito ofreciendo pelis… tenemos que sujetar a Lara Norris porque se le cambia la cara. “Que tengo un video club, no quiero películas… Uy perdón…”. Y al día siguiente vuelve a preguntar. El chaval memoria lo que se dice memoria no es que tenga mucha o es un aventurero que le gusta jugar a la ruleta rusa. Últimamente casi siempre nos entra la risa. Pensamos en ponernos todos una camiseta con el mismo lema: “No queremos pelis… mira que llamo a la poli”.

Igual es el calor, las vacaciones o la siesta, pero esas tardes en las que no hay mucha afluencia de clientes y estamos la Norris, la Sufumu y una servidora son un peligro. Nos da por pensar y planear… Una vez les dije que tenían que cambiar el negocio. Dinero rápido y sin inversión. Pensé hasta el nombre… “Pajas a mil” (queda mucho mejor que a seis euros). Mira aquí en el mostrador haces dos agujeritos y ale, uno para cada una. No te ven ni la cara. Total que se empezaron a repartir los cargos y desestimé el negocio. La Norris quería cobrar que el dinero no se debe mezclar con otras sustancias. La Sufumu quería atender la recepción y ya me querían hacer a mí responsable de los bajos del mostrador. Ale con dos manos, una para cada agujero. “Mira tía si te da asco, te pones unos guantes y ya está”. Quedó en eso en un proyecto.

La semana pasada teniendo una de esas conversaciones surrealistas que solemos tener, Norris soltó… “si ponemos una webcam en esa esquina y la colgamos en la red creéis que la gente pagaría por escuchar lo que decimos…”. Pagar, pagar lo que se dice pagar no sé, pero escojonarse vivos seguro. A la conclusión que se llegó es que la gente que paga por las webcams quiere algo más que risas, así que tampoco tendría mucho futuro la cosa y luego estaba el inconveniente de que te reconociesen por la calle. Para el segundo problema ya teníamos solución. Cada una nos colocaríamos una careta de un actor o actriz de cine. Media hora más tarde ya teníamos las carátulas seleccionadas. A nuestra amiga C. le pondríamos la cara de Charlice Theron y ahora la llamamos Colesterol.

El primer problema era más difícil de solucionar. Yo me negaba a que me volviese a tocar la peor parte… Así que ya está decidimos que nuestra amiga M. nos solucionaría la papeleta… Cuando no hay gente nos enseña la ropa interior que se compra y baila “a su manera”. Pues nada la colocamos en un sitio estratégico y ale ale a filmar. Entonces vinieron los problemas éticos. Pobrecilla grabarla sin que se entere, cómo sois… endeveee… Es que si se lo decimos no va a quedar natural. Hoy la veré y tantearé el terreno ante posibles demandas… Tú lo del exhibicionismo público… ¿qué tal lo llevas?

martes, agosto 03, 2004

Conversaciones ajenas...

Además de imaginar la vida de las personas que se nos cruzan, Sufumu y una servidora tenemos la costumbre de dejarnos invadir por conversaciones ajenas. Algunas nos hacen reír y tenemos que disimular para que no se note que estamos con la oreja pegada, pero normalmente las conversaciones captadas no es que tengan un volumen bajito precisamente.

Hace unos meses comiendo en una terraza cerca del trabajo, teníamos a dos mesas de nosotras a un señor con un mono azul y otro señor sin mono que estaba tramitando el divorcio del primero. Cuando el del mono se perdió por el interior del bar, sonó el móvil del segundo… piii… piiii… piii….

- Hola que tal!!!! Sí, todo perfecto como siempre… Oye por cierto… te acuerdas del Mercedes aquel de 5 kilos que me iba a comprar… ¿Sí? Pues me he comprado DOS! Uno para mi y otro para la chati… No, esa no… ¿Qué te presente a la mulata? Ni hablar…. Que te conozco…

Las caras nuestras eran un poema… Será fantasmón… Qué tío… Qué asco… Y luego colgó y siguió hablando de cómo iba a dejar sin blanca a la mujer del señor del mono y las estrategias que tenían que seguir.

Durante un tiempo a la Sufu y a mí se nos pegó la coletilla… ¿Oye qué estaba diciendo? Ah, sí, que si te acuerdas del Mercedes que me iba a comprar…

Hoy desayunando a nuestro lado un chico descamisado y su compañero de obra… Pep, el dueño del bar, le ha volcado medio cortado encima. Joeee Pep… Luego le dice al compañero: Ya le vale al Ranger mira como me ha dejado los pantalones y no me da ni una servilleta… Lo difícil era distinguir la mancha del cortado en los pantalones, entre las de yeso y pintura, pero por allí andaba seguramente.

La palma de conversaciones ajenas se la llevan sin duda unos taxistas improvisados en México. Se ofrecieron a llevarnos por un importe acordado de San Juan de Chamula a San Cristóbal de las Casas. Tenían que comprar allí tornillos y así aprovechaban el viaje.

Nosotros ocupamos los asientos traseros y delante, ajenos a nosotros, seguían describiendo una pelea reciente. Sufumu me dejó la pierna morada de pellizcos y casi nos ahogamos aguantándonos las risas. Sus comentarios no tenían desperdicio… Le fui mentando a su madre hasta Comachán… El contraste entre el dulce acento y las barbaridades que iban diciendo enganchaba. Su chingada madre clavada en una verga… A puntito estuvimos de pedir que nos volviesen a llevar a San Juan y otra vez a San Cristóbal y así eternamente.