martes, noviembre 30, 2004

La princesa valiente…

Este sábado inaugurando el nuevo hogar de un amigo, descubrí una historia de la Norris que desconocía y que me hizo dudar en cambiarle el nombre y ponerle La Novia, al más puro estilo Uma Turman en Kill Bill o mi princesa valiente.

Iba ella con una amiga y con el carro de la compra, cuando dos gamberros se empezaron a meter con ellas. La Norris ni corta ni perezosa agarró el carro de la compra y le metió un carrazo en todo el estómago (el carro todavía estaba vacío, todo hay que decirlo). Empezaron a forcejear, mientras se insultaban y el chaval se metió la mano en la chaqueta y sacó… una PISTOLA!!! La Norris le retorció la mano, mientras le iba atizando patadas y le dijo: CHAVAL, Tú no sabes con quién estás jugando. A la que pudo el chaval puso pies en polvorosa, doblado por el dolor de las patadicas. A la amiga que la acompañaba le costó horas que el color volviera a su cara y le hicieron falta unas cuantas tilas. No supieron si la pistola era de verdad o no y menos mal que no pudieron comprobarlo.

Durante la cena, nos comentaba que por eso para ella fue un trauma cuando una vez, al poco de morir nuestro padre, vinieron a atracar al videoclub. Llamó a la Sufumu toda asustada. “Me acaban de atracar”. “¿Te han hecho daño, estás bien?” “Es que… el chaval sólo medía metro y medio y me ha apuntado con el dedo”.

Ayer camino del supermercado nos demostraba gráficamente con el carro de la compra como fue la embestida y también cómo el chaval del pasamontañas la apuntaba con el dedo para llevarse su botín. Las cuatro hermanas nos desmontábamos de la risa.

Al lado de su hazaña, la detención que hice la semana pasada a una ladrona que había robado a un compañero la cartera de su despacho días atrás, en un descuido, y que volvió a venir por la oficina quedó como pura anécdota. Y es que tiene razón la Sumufu (o Fumuki como la llama mi madre)… no me puede dejar sola. Se va cinco días a San Sebastián y a su vuelta dos muescas en mi cartuchera, el encontronazo con los ciclistas gamberros y la detención y arresto de Marnie, la ladrona.


jueves, noviembre 25, 2004

Platos rotos...

Hoy a la hora de comer he roto un plato y me ha venido a la memoria lo mal que lo pasaba de pequeña. Si por alguna de aquellas patosidades, rompía un vaso o una taza mientras fregaba, el drama posterior era inmediato y tremendo. Unas lágrimassss, un disgusto… Mis padres asustados siempre me preguntaban lo mismo… ¿Te has cortado, te has hecho daño? No, no. ¿Pues entonces porqué lloras? Y yo seguía con mi inconsolable lloro que iba amainando en hipillos. Lloraba porque me sabía muy mal haber roto algo que hace unos momentos estaba íntegro y que ellos habían comprado y ya no volvería a estar allí, en la estantería.

En el colegio, durante una época llevé gafas, y un día el cristal me saltó entero al suelo. Me pasé las dos horas que quedaban de clase llorando. La maestra llamó a mi madre. Ella no hacía nada más que decirme que tranquila que no me iban a reñir. Pero era tal mi disgusto que yo no atinaba a decir que no era por eso por lo que lloraba sino porque las había roto y ellos me las habían comprado y el cristal era mucho más importante que una taza o un plato. Al llegar mi madre, me tranquilizó que lo bueno era que no me hubiera hecho daño, que no pasaba nada, que me comprarían otro cristal… ¿Otro? Pensaba yo. ¿Para qué? ¿para volverlo a romper? Y entonces lloraba más fuerte. La maestra no entendía nada. ¿Pero si no la riñes porqué llora? Nunca jamás me habían reñido por algo que hubiera roto.

Un día, antes de comer, me estaba lavando las manos. Me miraba al espejo y cantaba mientras me enjabonaba. De repente en plena canción la pastilla de jabón salió disparada a la taza del water zassss. Lanzamiento directo. Se mascaba la tragedia. Antes de romper a llorar, pensé que igual podría hacer algo y ni corta ni perezosa metí mi brazo hasta el fondo de la taza.

Tampoco olvidaré la cara que pusieron en mi casa cuando me vieron salir del lavabo toda contenta saltando de alegría… No ha pasado nada!!! He recuperado la pastilla!!!… Con mi brazo en alto y el puño cerrado alrededor de un chorizo y no precisamente de Pamplona.

martes, noviembre 23, 2004

Atropello...

Ayer salía del trabajo y me dirigía a la estación, cabizbajada pensando en lo extraño que se me hace el recorrido sin los comentarios y las risas con Sufumu. Por la acera vi acercarse dos bicis. En cada una de ellas dos ocupantes. Una de ellas venía directamente hacia mí. Tuve el tiempo justo de esquivar el manillar y chocar con la cabeza (hueca) de unos de los conductores. Mi cabreo era impresionante y se acrecentó ante los gritos del gamberro de turno. Nos dijimos de todo y le pegué una patada a la bici, por no dársela a él en las pelotas. La gente salió de un bar cercano y los coches que pasaban se quedaban mirando.

Los otros tres gamberros callaban. El gallito pensaba que por ser una chica me iba a amedrentar y no fue así. No me lié a puñetazos porque perdía el tren, sino acabo en comisaría. Cuando ya me alejaba de ellos, me giré por si el idiota me estaba insultando y me espetó un ¿¡QUÉ!?. Le contesté: Qué de qué chulo de mierda. Ven para aquí si te atreves. Se montaron de nuevo en sus bicis y desaparecieron.

El cabreo me duró un buen rato y sólo conseguí desdibujar las arrugas de la frente ya en casa de mi madre, mientras ella me daba sus papeles con el post suyo de hoy para que se lo picase y me escribía sus respuestas a los comentarios. Sufumu luego al teléfono: “Chukiiiiii que no te puedo dejar solaaaaaa”. También sirvió el paseo con Lara para comprar comida para las perrillas y la cacatúa.

El gamberro gallito tuvo mucha suerte, porque si me llega a pasar hoy con el día que tengo le meto un chupetón en un ojo y le dejo la cabeza más hueca todavía si cabe. Como en su día dijeron uno obreros… me pasaría diez años dándole jostiones y sin aburrirme. Le daría la vuelta a la piel y me haría una chaqueta… Mejor paro que me está invadiendo una vena muy pero que muy sádica. I hate Tuesdays!