Hoy recordaba las buenas consecuencias que la honestidad trae a veces… Al lado del colegio había una casa con un gran jardín lleno de rosas. Una tarde a la salida del cole piqué al timbre. Por el camino hacia la puerta apareció la dueña y pregunté si me podía dar una rosa que se la quería regalar a mi madre. La señora se quedó tan alucinada, acostumbrada a que los chavalines robaran impunemente sus rosas que no solo me dio una, sino que entró a por unas tijeras y papel de plata y me hizo un ramo tremendo. Poco orgullosa que llegué yo a casa con el gran ramo para mi madre.
Estaba pensando en estos momentos, pensando en el pasado, y me ha venido a la cabeza qué estaría haciendo un 25 de noviembre como hoy de hace unos años y justo hace siete años me encontraba rompiendo un plato.
lhttp://jairaki.blogspot.com/2004/11/platos-rotos.html
Vale llamadme perra por el refrito, pero es lo que tiene el agotamiento, mental y físico, que te deja toa tirá.
Sueña lejos de la tristeza, sueña lejos del dolor, como si no hubiera ocurrido y aún tuvieras intacto el corazón...
viernes, noviembre 25, 2011
domingo, noviembre 13, 2011
Deseos...
A veces los deseos se cumplen y se tiene que ir con mucho cuidado. Estaba tan agotada que mencioné que para las vacaciones iba a descansar tanto que me pondría suero y una sonda para ni siquiera tener que levantarme de la cama. Desgraciadamente así pasé aquel verano, con sonda y suero, entre operación y operación y unos dolores que me impedían levantarme nada más que para emigrar del sofá a la cama.
Pero ahora cada domingo es el mismo dolor. El malestar de pensar en el lunes. En clientes gilipollas, en prisas, en agobios, en tareas pendientes, en cierres de presupuestos y viajes y cenas y reuniones y sonrisas al teléfono cuando estás maldiciendo entre dientes en arameo, intentando que te cundan mucho las horas para no tener que quedarte más de lo necesario y perder el último tren.
Desde aquel día que desee en voz alta, me cuido mucho de hacerlo y soy muy precavida por lo que pueda pasar. Pero ya no puedo más y me gustaría despertarme cada mañana a la hora del amanecer y tener preparadas las tablas de surf y los trajes de neopreno y unos zumos de cualquier fruta rica y sabrosa de las que crecen en Costa Rica, para dar la bienvenida a los clientes de mi chiringuito. Recorrer kilómetros de arena blanca y volver a los brazos de una Imperial fresquita. Como único traje, un bikini; como única bandera, una sonrisa sincera; como única preocupación vivir cada día como si fuera el último. Tardes de sol, de música, de sexo, de sal y de arena. Que así sea.
Ahora solo espero no convertirme en una depuradora.
Pero ahora cada domingo es el mismo dolor. El malestar de pensar en el lunes. En clientes gilipollas, en prisas, en agobios, en tareas pendientes, en cierres de presupuestos y viajes y cenas y reuniones y sonrisas al teléfono cuando estás maldiciendo entre dientes en arameo, intentando que te cundan mucho las horas para no tener que quedarte más de lo necesario y perder el último tren.
Desde aquel día que desee en voz alta, me cuido mucho de hacerlo y soy muy precavida por lo que pueda pasar. Pero ya no puedo más y me gustaría despertarme cada mañana a la hora del amanecer y tener preparadas las tablas de surf y los trajes de neopreno y unos zumos de cualquier fruta rica y sabrosa de las que crecen en Costa Rica, para dar la bienvenida a los clientes de mi chiringuito. Recorrer kilómetros de arena blanca y volver a los brazos de una Imperial fresquita. Como único traje, un bikini; como única bandera, una sonrisa sincera; como única preocupación vivir cada día como si fuera el último. Tardes de sol, de música, de sexo, de sal y de arena. Que así sea.
Ahora solo espero no convertirme en una depuradora.
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