martes, agosto 25, 2015

Tecnologías...


Confieso que siempre he sido un pelín chafardera. Desde la era pretecnológica, anterior al móvil e internet, cuando trabajaba en Madrid, llegaba al hotel, me sentaba frente a la ventana y observaba incansable la vivienda del párroco, esperando que algún día una sombra con sombrero hiciera una entrada espectacular y pasara algo interesante.

No lo puedo evitar, me pierden las conversaciones ajenas, robadas en el tren o en el banco de la estación o en el medio de la calle.

La tecnologías hoy facilitan en parte la tarea del chafardeo y el exhibicionismo y sino que le pregunten al chiquillo del metro de edad joven, pero incierta, altura escasa y una camiseta con letras grandes de Marina d’Or, que tablet en mano, de las del tamaño de la primera era, ha compartido vagón de metro conmigo.

Coloca entre su hombro y la oreja el gran aparato y con la mano derecha toca en la pantalla en el gran icono sin rostro llamado MI AMOR. “Cari, cariiii, ¿te has enfadado por lo que te he dicho lo de Alfonso? A la cari, no se la entendía. A pesar de tener el altavoz del dispositivo al máximo y no llevar auriculares, solo se oía un gran rugir como de tripas de león. “Grgzcclkkk kkk kkjronn”. “Cari, carii, cari, pues díselooo”. Le gritaba a la pantalla el muchacho. La Cari colgó y el muchacho se colocó la tablet en el estómago y empezó a teclear de pie con mucha maestría y experiencia.

Sin lugar a dudas los túneles bajo tierra sin mucha cobertura, no ayudan a los amantes de las tecnologías. Eso sí, unas Google Glass me hubieran venido de miedo para inmortalizar el momento con toda claridad y nitidez necesarias para compartir mejor ese momento.





martes, junio 02, 2015

Truco o trato...

No sé que es peor si el dolor o el cansancio. Despertarte contenta porque has conseguido dormir de un tirón cinco horas seguidas y que esa alegría se esfume rápido. Minuto a minuto desaparece en cada pequeño esfuerzo. Caminar por el metro, despegar el culo de la silla en el trabajo, arrastrar aquella caja, escribir en el ordenador… todo se hace un mundo a medida que pasan las horas. El dolor de las articulaciones va bajando y el cansancio aumenta. Truco o trato, truco o trato, truco o trato, dolor o cansancio, cansancio y dolor…


Entonces cuando pienso que voy a entrar en un bucle de desesperación y tristeza me viene a la cabeza su bella estampa.

Pienso en todas sus operaciones, las recuperaciones, las secuelas, los efectos secundarios y los daños colaterales y la veo con su sonrisa, pintando con sus colores, recortando castores que comen galletas de las revistas, para forrar cajas temáticas que hace para las personas que quiere, jugando al Candy Crush y leyendo cuando ya no le quedan fuerzas… El entusiasmo con el que te cuenta el documental que ha visto, o que al Nacho no le ve trigo limpio o cuando te confiesa que se ha podido levantar por la noche sola y que le dolía mucho, pero que lloraba para adentro para no despertar a tu hermana para que por un ratito pueda descansar…   

Cuando pienso en su sonrisa, mientras la atacan las enfermedades por múltiples frentes, empiezo a flotar sobre mí misma y es cuando vuelvo a creer que el dolor no es eterno y no hay cansancio que no lo combata un sueño reparador y que mañana volverá a salir el sol, aunque tenga que huir de él y definitivamente salgo del bucle de tristeza y negror, impulsada directamente por una patada en el trasero. Aunque sigo dudando sobre lo que es peor si el cansancio o el dolor…


martes, abril 21, 2015

Mariposas...

Mariposas revoloteando en la cabeza... Mariposas revolviendo el estómago... Mariposas saltando de un hombro a otro... Mariposas que entran por la cuenca de un ojo y salen por el otro manchadas de sangre...

Mariposas, siempre mariposas, las mismas, tan diferentes y efímeras. Así me siento yo. Así me siento hoy.


miércoles, abril 15, 2015

Corre, Jairaki, corre...

Desde hace años vivo dentro de una viñeta de comic, con los bordes de las cosas mordidos y desdibujados.

No está mal, es solo diferente y, como a todo, te acabas acostumbrando. Supongo que a huir del sol también me acostumbraré, como los vampiros.

Me arremangaré mi capa roja y correré. Corre, Jairaki, corre que viene el lupus